4.10.14

INVESTIGACIÓN - Cómo conviven la riqueza y la pobreza en Higüey

HIGÜEY, La Altagracia (República Dominicana).-En torno a una carretera ancha, polvorienta, sin asfalto, sobreviven quienes creen que la riqueza del turismo de Bávaro también alcanza para construir los modestos sueños de trabajadores que desean un salario fijo o una casa en su pueblo, al que aspiran volver.

Habitan el Hoyo de Friusa, en Bávaro, un barrio de negocios y pobreza, donde todos se sienten extranjeros: los sureños, los del Cibao y los haitianos. “Somos forasteros”, dice Belkis Minor, comerciante oriunda de la Capital que desde hace cinco años reside aquí, mal acostumbrada a este lugar que todavía le sigue resultando extraño.

Como la mayoría, algunas noches debe abrir la puerta de su casa para que las autoridades la requisen durante largos y aparatosos operativos en busca de delincuentes.
“Los levantamos casa por casa, porque nadie tiene un letrero que diga soy el delincuente”, comenta Lucas Pérez, el fiscal de La Altagracia.

Los operativos pretenden frenar la criminalidad de la provincia que en 2007 alcanzó la tasa de muertes violentas más alta del país: 41 por cada 100,000 habitantes, según las estadísticas de la Procuraduría General. Una población de 182,020 habitantes tuvo 75 muertes violentas en un año, 16 de ellas ocurridas en intercambios de disparos, ahora llamados “acciones legales” en los informes de la Procuraduría.
    Pérez entiende que esta violencia es en parte reflejo del narcotráfico, que ha ganado terreno en la provincia y provoca pleitos entre bandas que se disputan zonas donde se encuentran los puntos de drogas. En 2007 fueron incautados más de 400 kilos de estupefacientes en la provincia, principalmente cocaína, según el funcionario.
Otros factores que, a su juicio, contribuyen con la violencia, son la inmigración, que atrae a trabajadores, pero también a rateros, entre ellos delincuentes de sectores de la Capital que ahora están inscritos en el programa “Barrio Seguro”, iniciado en 2005.

Explica que la violencia de la provincia se concentra en barrios marginales cercanos a las zonas turísticas. Sin embargo, se apresura a aclarar: “Los turistas están muy seguros, en los hoteles nunca ocurre un hecho violento”.

Los excursionistas son custodiados por todas partes. Cuando se dirigen a la Basílica- ubicada en el centro del pueblo de Higüey- a ver la Virgen, son seguidos por agentes de la Policía Turística (Politur). Ellos, y no la santa, les cuidan de los rateros que de vez en cuando incursionan en el pueblo, donde abundan los vendedores ambulantes y los motocilistas.

El contexto. La violencia en la La Altagracia también es estructural. Según el informe de Desarrollo Humano 2008 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), es una de las tres provincias que más ha desaprovechado las oportunidades de crecimiento económico para fomentar el desarrollo.
    El ingreso per cápita mensual de La Altagracia es de RD$5,688, cantidad superior a la media nacional: RD$4,842.
También superior es la cantidad de pobres: El 50.4% de sus habitantes, alrededor de un 8% más que la media nacional, que es 42.2%. Sin embargo, es una de las provincias con menos desempleo. Ocupa el lugar número 11 en una escala de 32.

La pobreza no sólo golpea a los residentes en los barrios marginales de la zona turística, también está presente en Higuey, el municipio cabecera.

El presidente de la Unión de Representantes de la Provincia La Altagracia (URPA), Leandro Piña Objío, organización que agrupa a personalidades del turismo, la ganadería y la sociedad civil de la provincia, hace énfasis en uno de los servicios básicos que más sirve para medir la calidad de vida: el suministro de agua.

El tema le toca directamente. Vive a medio kilómetro del centro de Higuey y no recibe agua corriente en su casa desde hace cinco meses. El, un ex ejecutivo bancario, debe comprar un tanque todos los días para las necesidades de su familia. Tampoco tienen un suministro eficiente los hogares del Pequeño Haití y otros barrios pobres del municipio.

Piña cuenta que desde hace 30 años Higuey sufre la escasez de agua. De acuerdo con los datos manejados por el informe, La Altagracia ocupa el lugar número 30 en calidad del servicio.

Causas. Piña, Pérez y otros higueyanos piensan que parte de la pobreza está relacionada con la inmigración que propició que la población aumentara considerablemente en los últimos diez años.

El porcentaje de inmigración neta de la provincia desde 1993 a 2002 fue de un 25.4%.
Sin embargo, Rosa Cañete, sub coordinadora de la Oficina de Desarrollo Humano explica que no hay datos suficientes para hacer esta correlación.

Lo que le resulta evidente, es que el modelo de desarrollo que existe en La Altagracia no ha podido integrar a los inmigrantes.

Milor lo dice a gritos, mientras describe la vida del gheto en que se ha convertido en Hoyo de Friusa con sus noches de tiroteos y prostitutas. "Aquí no hay humanidad", concluye. Se queja de la falta de servicios, pero más le duele que, según cuenta, los agentes de Politur, que cuidan a los turistas, no ayudaran a una vecina abusada por su marido. "Aquí no hay autoridad, no hay síndico, no hay justicia", lamenta.

El ex presidente de la Asociación Nacional de Hoteles y Restaurantes (ASONAHORES), Enrique de Marchena, hace un análisis sereno de la realidad. Dice que a diferencia de Puerto Plata, La Altagracia tiene poco tiempo (10 años) de desarrollo turístico vertiginoso, lo que no le ha permitido "asimilar su riqueza".
    Opina que el Estado no ha apoyado lo suficiente a la provincia, que a su juicio, sí ha tenido un sector privado fuerte, incluyendo a los hoteleros. Así matiza la afirmación del PNUD de que el sector no ha logrado que el crecimiento económico se traduzca en beneficio para la comunidad.
Cita la parte del estudio que hace referencia a la falta de tejido social de la región Este, a la que pertenece La Altagracia, como una de las dificultades para generar desarrollo y bienestar.

Nombra dos causas que, a su juicio, pudieran estar relacionados con el fenómeno, aunque aclara que no necesariamente son negativas: la mayoría de los dueños de hoteles de La Altagracia son extranjeros y la mayoría de sus trabajadores son inmigrantes de otras provincias del país.

Marchena habló durante un encuentro entre representantes del sector turístico con el equipo del PNUD.

Lejos de los análisis, los higueyanos compran agua para sobrevivir, los motoconchistas, muchos oriundos El Seibo y Hato Mayor, tratan de convencer a algún turista aventurero de que suba a su motor, y Milor sobrevive cuidándose de los ladrones en su pequeña boutique.
Por Riamny Méndez/Linda Valdez (Publicado en 2008...pero la situación sigue igual)
Fuente: FranklinCordero UltimoMinuto

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