4.10.14

Fotos inéditas de la boda de los Kennedy reviven el mito de “Camelot”

Washington, 4 de Octubre (EFE).- La aparición de fotografías inéditas de la boda de los Kennedy ha reavivado estos días en EEUU el mito de “Camelot”, una idealización de los dos años y medio de mandato de John F. Kennedy que aún fascina al país y que muestra una imagen más humana del hombre convertido en mito.

Con la mirada fija en el pastel y las manos alrededor del cuchillo, el joven y elegante matrimonio corta su tarta de boda de ocho pisos en unos inauditos negativos que serán subastados online hasta el 15 de octubre. Las instantáneas se escondieron hasta 1993 en la habitación de Arthur Burges, un veterano de la Segunda Guerra Mundial y fotógrafo independiente, que fue contratado por los Kennedy especialmente para el evento, informó a Efe el vicepresidente de la casa de subastas RR Auction, Bobby Livingston.

Las fotografías fueron descartadas en su momento por el fotógrafo, que las guardó durante cuarenta años en la habitación donde solía revelar los negativos. Ahora las instantáneas desvelan un ángulo de la boda más “despeinado”, en el que el viento hace virguerías, lejos del formalismo requerido para la época y que la revista “Life” ya plasmó en el célebre reportaje fotográfico de Lisa Larsen. Durante toda su vida pública, John F. Kennedy consiguió poner su imagen a su servicio. Por eso, aquella mañana del 12 de septiembre de 1953, los fotógrafos no podían perderse el “evento social más importante del año”, según recogieron los periódicos de la época.

Más de 750 personas llenaron la iglesia St. Mary en Newport (Rhode Island), adornada con gladiolos rosados y crisantemos blancos, según recoge en su web la Biblioteca y Museo de John F. Kennedy. Allí, el primer presidente católico de EEUU puso un anillo de diamantes y esmeraldas en el dedo de Jacqueline Bouvier, que a partir de entonces adoptaría el apellido de su esposo. La joven de estilo afrancesado creció en el seno de una familia neoyorkina en los amargos momentos del crack del 29, completó sus estudios en Europa y conoció a John mientras hacía fotografías para The Washington Times-Herald. Por aquel entonces, John se postulaba para senador por Massachusetts, era congresista en la Cámara de Representantes y ya había pasado por la Marina de Guerra. El día de la ceremonia, Jackie envolvió su figura con un vestido de seda color marfil, que Ann Lowe (una modista africanoamericana) tardó más de dos meses en diseñar y ahora atesora el Museo del expresidente. Jacqueline, que en la boda adornó con un velo de encaje su cabello, puso de moda los gorritos “pill box”, que marcarían el estilo de una época crispada, ávida de cambios y que muchos hoy recuerdan con nostalgia. Descendiente de irlandeses, John se rodeó siempre de una gran familia que el día de la boda abarrotó la Iglesia y el banquete.

Los rostros sonrientes del senador Ted Kennedy o de Bobby Kennedy, hermano menor de “JFK” y uno de sus mejores consejeros, son algunos de los que se agolpan para aparecer en las nuevas instantáneas. El matrimonio duró diez años, hasta la muerte del mandatario, y, a pesar de los escándalos e infidelidades del presidente, se mantuvo firme, especialmente durante la carrera presidencial de 1960 contra el entonces vicepresidente Richard Nixon.

Tras meses de duro trabajo, en la escalinata del Capitolio de Washington en un helado día de enero, “JFK” prometió “cumplir, proteger y defender la Constitución de los Estados Unidos de América”. Y así lo hizo durante dos años y medio, hasta que tres balazos acabaron con la vida del presidente de EEUU que más esperanzas había despertado en todo el mundo, uno de los momentos más traumáticos de la historia reciente del país, que cerraba la biografía del hombre que prometió ampliar la frontera del sueño americano.

Nacía entonces la noción de “Camelot”, que vinculaba la era Kennedy con la leyenda del rey Arturo, y que fue inventada por Jacqueline poco después del asesinato. Ahora los estadounidenses reviven con unas fotos inauditas la parte más humana del mito, que el día de su boda solo fue un hombre que cortó la tarta, bromeó con sus comensales y bailó la canción “Me casé son un ángel” con su esposa. EFE

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